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El ojo de Sevilla
viernes, 19 de diciembre de 2008
No he puesto nunca un artículo ajeno en mi blog. Pero es que éste me ha tocado el alma, y tengo que romper la tradición. Es artículo de premio. Ahí va...
Escrito por Antonio Burgos
jueves, 18 de diciembre de 2008
Como cada soldado de Napoleón llevaba en su mochila el bastón de mariscal, cada sevillano tiene guardada en su ingenio una página genial para que se añada al diccionario con el relámpago de una palabra nueva, con el hallazgo de una comparación popular, con una voz de su invención que meta en tres o cuatro sílabas todo un mundo, como la vida entera cabe en los versos de una soleá.
Un capataz del Arrabal y Guarda inventó un día el verbo «trianear», que es cruzar el puente y venir desde la otra orilla derramando arte y gracia con un palio o un paso de Cristo, para recordarle a esta banda de la ciudad heraclea que por algo tiene por santas patronas a dos alfareras que hacían loza fina y que se echaron de novio a Cristo como quien le habla a un mocito cartujano pintor de loza. Trianean los capataces y costaleros, como Manolo Bejarano, que al igual que los padres enseñan a andar a sus hijos, le enseñó a andar, con su inconfundible paso racheado, nada menos que al mismísimo Hijo de Dios, vecino de San Lorenzo. Trianean los cantaores del Zurraque y de la Cava con las viejas soleares de sirga y fragua. Trianea el Rocío, con la hermandad del Arrabal cantada en las coplas imborrables de los Hermanos Reyes desde una Castilleja que también trianea lo suyo en lo alto de su Cuesta. Trianean los alfares, trianean los recuerdos del muelle, trianean los pavías de la calle San Jacinto, trianean los vapores que iban a Sanlúcar con sus lentas ruedas de paletas a babor y estribor y que disfrazaban al Guadalquivir de Mississippi.
Pero hoy, que es 18 de diciembre; hoy, que junto al Arco ha bajado las alfombradas escaleras de su trono la Divina Gioconda y ha puesto allí, tan reinona, su Corte de incienso, merino y terciopelo verde para que todos los que la proclamamos Verdadera Madre de Dios vayamos a rendirle la pleitesía de un beso en las más perfectas manos de las más Hermosa Mujer... Hoy, que los viejos armaos salen de la memoria de antiguas madrugadas de pañuelos blancos por una saeta de Manuel Torre y se ponen sus galas de casamiento para entrar en la basílica al rindan armas de la emoción, tras echar un cigarrito en la charlita del atrio... Hoy, que los espejos de las tabernas de la calle Anchalaferia saben que en la verdad de la basílica se puede contemplar el auténtico rostro de la misma Esperanza que desde un viejo cuadro preside todas las cuarteladas de la Plaza... Hoy, que es día de badila y de alhucema, de niebla mañanera y de vaho de bufandas que compite con el humo de los calentitos del puesto de Alfonso en la calle Andueza...
Hoy, que es Esperanza pura de Sevilla a los dos lados del puente, caigo en la cuenta de que Triana trianea con la Virgen como salida de un besamanos de los años 50, cuando Alfonso Jaramillo ganaba el concurso de «La melodía misteriosa» en «Cabalgata fin de semana» y traía a Bobby Deglané para que le regalara a La Que Estaba en San Jacinto, tal como hoy en Santa Ana, esta rosa de plata que en la mano lleva, bajo estas lámparas de Muranos celestiales, ante estas macetas de helechos tan de Corral del Cura, tan de casa de vecinos de la Cerca Hermosa. Pero si Triana trianea, hoy, que es día de la Esperanza, Sevilla no sevillanea. Sevilla, cuando quiere alcanzar la perfección, se mira en la cara de la Madre de Dios y hace como hoy: macarenea.
Un día me pregunté y me respondí a mí mismo:
¿Que qué es trianear?
Pues que un Cristo, hasta sentao,
ande sobrao de compás.
Hoy, que es día de la Esperanza, me pregunto: ¿Qué es macarenear? Y me responden los merlones de la muralla. Y me responde el tintineo de las mariquillas. Y me responde el Spes latino de la estampa del almanaque que cada año me manda Juan José Morillas. Y me responde una coronación de grandezas con una marcha de Gámez Laserna. Y me responde la saeta de La Marta. Y me responde la centuriana espada desnuda del Pelao. Y me responde la vara de hermano mayor de José Luis Pablo-Romero. Y me responden las campanitas del tintinábulo. Y me responde, rufando, el tambor de Hidalgo. Y me responden los ojos de estatua romana, ojos de llorar ante el Gran Poder, de los armaos:
¿Qué es macarenear?
¡Ver la cara a la Esperanza
y jartarse de llorar!
Y después de esto, sólo cabe preguntarse: ¿qué se debe aquí? Maravilloso
Escrito por Antonio Burgos
jueves, 18 de diciembre de 2008
Como cada soldado de Napoleón llevaba en su mochila el bastón de mariscal, cada sevillano tiene guardada en su ingenio una página genial para que se añada al diccionario con el relámpago de una palabra nueva, con el hallazgo de una comparación popular, con una voz de su invención que meta en tres o cuatro sílabas todo un mundo, como la vida entera cabe en los versos de una soleá.
Un capataz del Arrabal y Guarda inventó un día el verbo «trianear», que es cruzar el puente y venir desde la otra orilla derramando arte y gracia con un palio o un paso de Cristo, para recordarle a esta banda de la ciudad heraclea que por algo tiene por santas patronas a dos alfareras que hacían loza fina y que se echaron de novio a Cristo como quien le habla a un mocito cartujano pintor de loza. Trianean los capataces y costaleros, como Manolo Bejarano, que al igual que los padres enseñan a andar a sus hijos, le enseñó a andar, con su inconfundible paso racheado, nada menos que al mismísimo Hijo de Dios, vecino de San Lorenzo. Trianean los cantaores del Zurraque y de la Cava con las viejas soleares de sirga y fragua. Trianea el Rocío, con la hermandad del Arrabal cantada en las coplas imborrables de los Hermanos Reyes desde una Castilleja que también trianea lo suyo en lo alto de su Cuesta. Trianean los alfares, trianean los recuerdos del muelle, trianean los pavías de la calle San Jacinto, trianean los vapores que iban a Sanlúcar con sus lentas ruedas de paletas a babor y estribor y que disfrazaban al Guadalquivir de Mississippi.
Pero hoy, que es 18 de diciembre; hoy, que junto al Arco ha bajado las alfombradas escaleras de su trono la Divina Gioconda y ha puesto allí, tan reinona, su Corte de incienso, merino y terciopelo verde para que todos los que la proclamamos Verdadera Madre de Dios vayamos a rendirle la pleitesía de un beso en las más perfectas manos de las más Hermosa Mujer... Hoy, que los viejos armaos salen de la memoria de antiguas madrugadas de pañuelos blancos por una saeta de Manuel Torre y se ponen sus galas de casamiento para entrar en la basílica al rindan armas de la emoción, tras echar un cigarrito en la charlita del atrio... Hoy, que los espejos de las tabernas de la calle Anchalaferia saben que en la verdad de la basílica se puede contemplar el auténtico rostro de la misma Esperanza que desde un viejo cuadro preside todas las cuarteladas de la Plaza... Hoy, que es día de badila y de alhucema, de niebla mañanera y de vaho de bufandas que compite con el humo de los calentitos del puesto de Alfonso en la calle Andueza...
Hoy, que es Esperanza pura de Sevilla a los dos lados del puente, caigo en la cuenta de que Triana trianea con la Virgen como salida de un besamanos de los años 50, cuando Alfonso Jaramillo ganaba el concurso de «La melodía misteriosa» en «Cabalgata fin de semana» y traía a Bobby Deglané para que le regalara a La Que Estaba en San Jacinto, tal como hoy en Santa Ana, esta rosa de plata que en la mano lleva, bajo estas lámparas de Muranos celestiales, ante estas macetas de helechos tan de Corral del Cura, tan de casa de vecinos de la Cerca Hermosa. Pero si Triana trianea, hoy, que es día de la Esperanza, Sevilla no sevillanea. Sevilla, cuando quiere alcanzar la perfección, se mira en la cara de la Madre de Dios y hace como hoy: macarenea.
Un día me pregunté y me respondí a mí mismo:
¿Que qué es trianear?
Pues que un Cristo, hasta sentao,
ande sobrao de compás.
Hoy, que es día de la Esperanza, me pregunto: ¿Qué es macarenear? Y me responden los merlones de la muralla. Y me responde el tintineo de las mariquillas. Y me responde el Spes latino de la estampa del almanaque que cada año me manda Juan José Morillas. Y me responde una coronación de grandezas con una marcha de Gámez Laserna. Y me responde la saeta de La Marta. Y me responde la centuriana espada desnuda del Pelao. Y me responde la vara de hermano mayor de José Luis Pablo-Romero. Y me responden las campanitas del tintinábulo. Y me responde, rufando, el tambor de Hidalgo. Y me responden los ojos de estatua romana, ojos de llorar ante el Gran Poder, de los armaos:
¿Qué es macarenear?
¡Ver la cara a la Esperanza
y jartarse de llorar!
Y después de esto, sólo cabe preguntarse: ¿qué se debe aquí? Maravilloso
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viernes, 5 de diciembre de 2008
Publicado en la revista "Pasión en Sevilla"
La Virgen de Regla de la Hermandad de los Panaderos, que será coronada canónicamente, debe su nombre a la fervorosa imagen que recibe culto en el Santuario de esta localidad gaditana. Pero, ¿y si la primera titular de esta corporación también procediera de este Santuario? Un viaje en el tiempo y por la geografía, desde África a Sevilla pasando por la costa gaditana, para descubrir la historia de una advocación que da pie a otra de las múltiples leyendas de las hermandades sevillanas
“Negra soy, pero hermosa hija de Jerusalén”. Los Cantares de Salomón tienen reflejo en un Santuario de la bahía gaditana donde se encuentra una Virgen de color negro y que es de Regla porque es ella quien custodia la regla de los frailes agustinos. La historia de esta Virgen se remonta al siglo IV cuando, según fray Diego de Carmona Bohórquez, fue realizada por encargo del propio San Agustín, doctor de la Iglesia que se encontraba de arzobispo en Hipona, en el norte de África, teniendo en su oratorio a esta imagen. Una vez fallecido el santo, su discípulo Cipriano, por indicación de éste, cogió a la Virgen y la metió en una pequeña barca en compañía de otros monjes. Las corrientes y el viento de la zona la arrastraron hasta las costas gaditanas atracando donde hoy se halla el Santuario y donde entonces habitaban unos pobres ermitaños que observaban las reglas de San Agustín. En el siglo XIV, un canónigo reglar de León la descubrió “de forma milagrosa” y en su lugar se levantó el Humilladero que actualmente está situado frente al Santuario.
La historia documentada es que allá por el siglo XIV existía una ermita que rendía culto a Nuestra Señora de Regla que estaba regentada por unos canónigos reglares procedentes de León, de la orden agustina, que permanecieron al frente del monasterio hasta la Desamortización, cuando pasó a poder de los franciscanos.
Por otra parte, los estudios iconográficos desestiman el posible origen egipcio de la imagen, ya que la datan entre los siglos XII y XIII e incluso principios del XIV.
Además de la hipótesis de que el nombre de “Regla” viene de la regla que custodia a los agustinos, hay quien piensa que fue denominada así porque había un castillo con este nombre que estaba situado en la parte de la costa gaditana que los romanos conocieron por Caepionis en honor del faro construido por Quinto Servilius Ceipión, para evitar los numerosos naufragios que se producían en la desembocadura del rio Guadalquivir.
La primera conclusión que puede extraerse de todo esto es que fue la Orden de San Agustín quien difundió esta devoción mariana.
La advocación llega a Sevilla
Pasaron algunos siglos y la devoción a la Virgen de Regla se extendió hasta Sevilla. Nace aquí una leyenda que, al igual que ocurrió con la advocación mariana, procede de Chipiona y se ha ido transmitiendo de boca en boca sin que hasta ahora llegara a Sevilla.
Un cofrade de este municipio, Fulgencio Florido, publicó en una página web de la Semana Santa de Chipiona un documento del franciscano José Martín, que fue hallado gracias a la información de un fraile de esta misma orden que habita el monasterio de la localidad gaditana. Parece ser que la edición de este escrito tuvo lugar mediante la transmisión oral de la información y a una transcripción poco literal de un manuscrito inédito de 1639 firmado por fray Diego de Carmona Bohórquez, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, cuyo título es “Historia Sacra del insigne origen y raro aparecimiento de la antiquísima imagen de Nuestra Señora de Regla y de sus admirables y maravillosas obras”.
Cuenta la historia que a finales del siglo XVI había en el monasterio de Regla una Virgen blanca, sin advocación especial alguna, que salía en procesión claustral el día 2 de febrero. Esta Virgen blanca la llevaron los agustinos al Convento de La Pasión, en la calle Sierpes, y la veneraron en el colegio de San Acasio, enfrente del cenobio. Fue allí donde comenzaron a conocerla con el sobrenombre de Regla, por haber pertenecido al monasterio gaditano y donde aparentemente tuvo origen esta advocación en nuestra ciudad.
Según esta fuente, se podría establecer una relación entre la llegada de esta Virgen blanca desde Chipiona y la fundación de la Hermandad de los Panaderos, a finales del siglo XVI. Además, el historiador franciscano en ese documento indica que veinticuatro personas devotas de la Virgen estaban intentando fundar una cofradía cuya advocación mariana fuera famosa en toda España. Sin embargo, cada cual tenía una preferencia y no llegaban a un acuerdo. De entre todas las advocaciones que presuntamente trataron, se encontraban las de Consolación, Loreto, Guadalupe y Montserrat. Finalmente llegaron a un acuerdo cuando el nombre de Regla hizo acto de presencia.
Esta información, según este documento, pudo transmitírsela a fray Diego de Carmona Bohórquez uno de los miembros fundadores de la corporación, dado que el origen de la hermandad coincide con los escritos de este fraile, especialmente devoto de la Virgen de Regla de Chipiona.
El reconocido historiador José Roda Peña, ex hermano mayor de Los Panaderos y autor del libro La Hermandad del Prendimiento en los siglos XVII y XVIII, afirma que no es posible establecer de manera documentada que esa Virgen llegara a ser la primera titular de la corporación, pero que es muy poco probable, por no decir imposible, que así fuera.
Esta hermandad trianera podría, incluso, haber sido el origen de la Hermandad del Prendimiento, según indica el historiador Federico García de la Concha. De hecho, en el primitivo libro de Reglas de la corporación, se hace alusión a una casa, convento o monasterio y a su prior; lo cual lleva a pensar en la posibilidad de que la cofradía fuera fundada en un convento, aunque hasta el momento es indemostrable.
Se va a dar la circunstancia, probablemente en 2010, que ambas vírgenes de Regla van a compartir, además de nombre, el rango de coronada. La Virgen negra de Chipiona obtuvo este rango en 1954 y la Virgen blanca, patrona de los panaderos, hará lo propio 56 años después. La titular de la Hermandad del Prendimiento es una magnífica imagen, atribuida a la Roldana, cuya historia y advocación es merecedora de este gran título. Una Virgen que, desde su origen, siempre ha estado ligada a la localidad gaditana de Chipiona.
La Virgen de Regla de la Hermandad de los Panaderos, que será coronada canónicamente, debe su nombre a la fervorosa imagen que recibe culto en el Santuario de esta localidad gaditana. Pero, ¿y si la primera titular de esta corporación también procediera de este Santuario? Un viaje en el tiempo y por la geografía, desde África a Sevilla pasando por la costa gaditana, para descubrir la historia de una advocación que da pie a otra de las múltiples leyendas de las hermandades sevillanas
“Negra soy, pero hermosa hija de Jerusalén”. Los Cantares de Salomón tienen reflejo en un Santuario de la bahía gaditana donde se encuentra una Virgen de color negro y que es de Regla porque es ella quien custodia la regla de los frailes agustinos. La historia de esta Virgen se remonta al siglo IV cuando, según fray Diego de Carmona Bohórquez, fue realizada por encargo del propio San Agustín, doctor de la Iglesia que se encontraba de arzobispo en Hipona, en el norte de África, teniendo en su oratorio a esta imagen. Una vez fallecido el santo, su discípulo Cipriano, por indicación de éste, cogió a la Virgen y la metió en una pequeña barca en compañía de otros monjes. Las corrientes y el viento de la zona la arrastraron hasta las costas gaditanas atracando donde hoy se halla el Santuario y donde entonces habitaban unos pobres ermitaños que observaban las reglas de San Agustín. En el siglo XIV, un canónigo reglar de León la descubrió “de forma milagrosa” y en su lugar se levantó el Humilladero que actualmente está situado frente al Santuario.
La historia documentada es que allá por el siglo XIV existía una ermita que rendía culto a Nuestra Señora de Regla que estaba regentada por unos canónigos reglares procedentes de León, de la orden agustina, que permanecieron al frente del monasterio hasta la Desamortización, cuando pasó a poder de los franciscanos.
Por otra parte, los estudios iconográficos desestiman el posible origen egipcio de la imagen, ya que la datan entre los siglos XII y XIII e incluso principios del XIV.
Además de la hipótesis de que el nombre de “Regla” viene de la regla que custodia a los agustinos, hay quien piensa que fue denominada así porque había un castillo con este nombre que estaba situado en la parte de la costa gaditana que los romanos conocieron por Caepionis en honor del faro construido por Quinto Servilius Ceipión, para evitar los numerosos naufragios que se producían en la desembocadura del rio Guadalquivir.
La primera conclusión que puede extraerse de todo esto es que fue la Orden de San Agustín quien difundió esta devoción mariana.
La advocación llega a Sevilla
Pasaron algunos siglos y la devoción a la Virgen de Regla se extendió hasta Sevilla. Nace aquí una leyenda que, al igual que ocurrió con la advocación mariana, procede de Chipiona y se ha ido transmitiendo de boca en boca sin que hasta ahora llegara a Sevilla.
Un cofrade de este municipio, Fulgencio Florido, publicó en una página web de la Semana Santa de Chipiona un documento del franciscano José Martín, que fue hallado gracias a la información de un fraile de esta misma orden que habita el monasterio de la localidad gaditana. Parece ser que la edición de este escrito tuvo lugar mediante la transmisión oral de la información y a una transcripción poco literal de un manuscrito inédito de 1639 firmado por fray Diego de Carmona Bohórquez, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, cuyo título es “Historia Sacra del insigne origen y raro aparecimiento de la antiquísima imagen de Nuestra Señora de Regla y de sus admirables y maravillosas obras”.
Cuenta la historia que a finales del siglo XVI había en el monasterio de Regla una Virgen blanca, sin advocación especial alguna, que salía en procesión claustral el día 2 de febrero. Esta Virgen blanca la llevaron los agustinos al Convento de La Pasión, en la calle Sierpes, y la veneraron en el colegio de San Acasio, enfrente del cenobio. Fue allí donde comenzaron a conocerla con el sobrenombre de Regla, por haber pertenecido al monasterio gaditano y donde aparentemente tuvo origen esta advocación en nuestra ciudad.
Según esta fuente, se podría establecer una relación entre la llegada de esta Virgen blanca desde Chipiona y la fundación de la Hermandad de los Panaderos, a finales del siglo XVI. Además, el historiador franciscano en ese documento indica que veinticuatro personas devotas de la Virgen estaban intentando fundar una cofradía cuya advocación mariana fuera famosa en toda España. Sin embargo, cada cual tenía una preferencia y no llegaban a un acuerdo. De entre todas las advocaciones que presuntamente trataron, se encontraban las de Consolación, Loreto, Guadalupe y Montserrat. Finalmente llegaron a un acuerdo cuando el nombre de Regla hizo acto de presencia.
Esta información, según este documento, pudo transmitírsela a fray Diego de Carmona Bohórquez uno de los miembros fundadores de la corporación, dado que el origen de la hermandad coincide con los escritos de este fraile, especialmente devoto de la Virgen de Regla de Chipiona.
Sin embargo, el hecho de que no exista mayor documentación para refutar completamente o amparar esta hipótesis y de que la mayoría de la información se extrae mediante conclusiones personales de fray José Martín, sólo ayudan a acrecentar de manera notable la leyenda, restándole credibilidad.
Fulgencio Florido llega a afirmar que, según tiene entendido, la primera titular de la Hermandad de los Panaderos fue la que vino desde el monasterio de Chipiona hasta el colegio de San Acasio.
José Bermejo y Carballo indica en Glorias religiosas de Sevilla que la advocación “debió adoptarse por devoción especial que profesaran los individuos de esta hermandad a la célebre y milagrosa efigie de Nuestra Señora de Regla, venerada en su Santuario cerca de Chipiona”. Llegados a este punto, parece claro que la Virgen de los Panaderos debe su nombre a la primitiva efigie del Santuario gaditano.
Tres vírgenes de Regla en Sevilla
Tanto se universalizó la devoción por María Santísima de Regla que en el mismo siglo se pudieron dar cita en Sevilla al menos tres vírgenes con esta advocación, extendidas por la ciudad gracias a los conventos agustinos de la calle Sierpes y del barrio de Triana.
Fulgencio Florido llega a afirmar que, según tiene entendido, la primera titular de la Hermandad de los Panaderos fue la que vino desde el monasterio de Chipiona hasta el colegio de San Acasio.
José Bermejo y Carballo indica en Glorias religiosas de Sevilla que la advocación “debió adoptarse por devoción especial que profesaran los individuos de esta hermandad a la célebre y milagrosa efigie de Nuestra Señora de Regla, venerada en su Santuario cerca de Chipiona”. Llegados a este punto, parece claro que la Virgen de los Panaderos debe su nombre a la primitiva efigie del Santuario gaditano.
Tres vírgenes de Regla en Sevilla
Tanto se universalizó la devoción por María Santísima de Regla que en el mismo siglo se pudieron dar cita en Sevilla al menos tres vírgenes con esta advocación, extendidas por la ciudad gracias a los conventos agustinos de la calle Sierpes y del barrio de Triana.
El reconocido historiador José Roda Peña, ex hermano mayor de Los Panaderos y autor del libro La Hermandad del Prendimiento en los siglos XVII y XVIII, afirma que no es posible establecer de manera documentada que esa Virgen llegara a ser la primera titular de la corporación, pero que es muy poco probable, por no decir imposible, que así fuera.
Por otra parte, añade que si bien es cierto que los agustinos fueron los que difundieron la devoción por la Virgen de Regla, en Sevilla existían por aquel entonces dos conventos de esta orden: el ya citado de La Pasión en la calle Sierpes y el del Espíritu Santo en Triana. Además, según Roda Peña, fueron varias las hermandades que tuvieron como titular a la Virgen de Regla. De hecho, en el convento del Espíritu Santo en Triana se hallaba en 1586 una imagen con ese nombre, ya que existe un pleito de sus cofrades con el procurador general de los agustinos “a propósito del uso de esta advocación”.
Esta hermandad trianera podría, incluso, haber sido el origen de la Hermandad del Prendimiento, según indica el historiador Federico García de la Concha. De hecho, en el primitivo libro de Reglas de la corporación, se hace alusión a una casa, convento o monasterio y a su prior; lo cual lleva a pensar en la posibilidad de que la cofradía fuera fundada en un convento, aunque hasta el momento es indemostrable.
Aparte de la Hermandad de los Panaderos y la susodicha cofradía trianera radicada en el convento del Espíritu Santo, otra corporación con esta titular mariana fue la que tenía en propiedad un retablo callejero en Cerrajería y que dadas las exiguas dimensiones del lugar emigró por la ciudad hasta desaparecer en el siglo XIX. En 1971, la Virgen fue cedida a las carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles en Madrid.
Según Roda Peña, “poco después de concluirse en la década de 1660 las obras del convento de San Acasio, los agustinos concedieron el patronato de una de sus capillas a D. Pedro de Agustín Valenzuela, con tal que colocase en ella a Nuestra Señora de Regla. Lo mismo sucedió en el convento casa grande de San Agustín, en 1718, cuando por devoción del Padre maestro fray Francisco de Espinosa se entronizó una imagen de la Virgen de Regla en la capilla de San Gregorio y las Vírgenes”. Esta teoría podría establecer un símil con la leyenda de la Virgen blanca procedente de Chipiona, aunque el año 1660 no coincide con el que se cita en la historia, ni con el de la fundación de la Hermandad del Prendimiento.
El documento más antiguo que posee la Hermandad de Los Panaderos es el libro de Reglas de 1601, cuyo cuarto centenario celebró la corporación en 2001 con una salida extraordinaria de la Virgen. En las acuarelas de este libro de Reglas aparece una miniatura de una Virgen de Gloria blanca, “de expresión dulce y sonriente, erguida sobre una peana gallonada y vestida a la moda cortesana de comienzos del XVII”; y que en sus manos sostiene al Niño Jesús. Al parecer, era común en los libros de reglas que las imágenes representadas no tuvieran nada que ver con la efigie titular de la corporación. Sin embargo, esto no impide que la Hermandad del Prendimiento, aparte de la primitiva dolorosa, tuviera una Virgen de gloria con la misma advocación, tal y como ocurre en la Hermandad de la O.
Como en la información ofrecida desde la provincia gaditana no figura el tipo de efigie –si era dolorosa o letífica-, no puede refutarse en este sentido esta hipótesis. Sin embargo, el hecho de que hubiera dos hermandades más con esta advocación en Sevilla y no exista ningún escrito que lo atestigüe, dificulta la relación directa entre la Virgen blanca trasladada por los agustinos desde Chipiona y la primera titular de la Hermandad del Prendimiento. Si fuera cierta la hipótesis de la Virgen llegada desde Chipiona, podría haber pertenecido a cualquiera de las tres hermandades o a los distintos conventos agustinos.
Este vacío histórico ni ampara ni refuta completamente esta posibilidad, por lo que hasta que no aparezca algún documento que resuelva esta diatriba, hace reflexionar –sin fundamento histórico- sobre la posibilidad de que la Hermandad de Los Panaderos tuviera como primera titular a una Virgen chipionera, traída desde el mismo Santuario donde se venera a una de las imágenes más universales de nuestra geografía.
Se va a dar la circunstancia, probablemente en 2010, que ambas vírgenes de Regla van a compartir, además de nombre, el rango de coronada. La Virgen negra de Chipiona obtuvo este rango en 1954 y la Virgen blanca, patrona de los panaderos, hará lo propio 56 años después. La titular de la Hermandad del Prendimiento es una magnífica imagen, atribuida a la Roldana, cuya historia y advocación es merecedora de este gran título. Una Virgen que, desde su origen, siempre ha estado ligada a la localidad gaditana de Chipiona.
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El autor
- Javier Macías
- Periodista, licenciado en 2010 por la Universidad de Sevilla. Redactor interino de ABC y de la revista Pasión en Sevilla.
Nueva etapa
Tener un blog debe ir acompañado de tiempo y, sobre todo, ganas. Quizás haya sido la apatía la que ha generado que este espacio haya estado abandonado durante más de nueve meses.
Pero ahora, con un nuevo diseño y otros bríos vuelve a estar activo. He utilizado un programa llamado Artisteer y creo que es el motivo de la repetición de la palabra "Trial". Si alguien sabe cómo arreglarlo, puede enviarme un correo a javiermacias86@gmail.com.
Pido disculpas desde aquí por todo este tiempo y os animo a visitarlo y participar.
Gracias.
Pero ahora, con un nuevo diseño y otros bríos vuelve a estar activo. He utilizado un programa llamado Artisteer y creo que es el motivo de la repetición de la palabra "Trial". Si alguien sabe cómo arreglarlo, puede enviarme un correo a javiermacias86@gmail.com.
Pido disculpas desde aquí por todo este tiempo y os animo a visitarlo y participar.
Gracias.
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